El uso de la tecnología ha ganado protagonismo en el desarrollo económico mundial. Luego de la pandemia de COVID-19, se ha hecho más evidente el impacto que los recursos tecnológicos pueden tener en la actividad productiva de los países.

En Guatemala, el confinamiento aceleró el uso de plataformas tecnológicas y propició el autoaprendizaje para que las empresas pudieran seguir llevando a cabo sus actividades en una modalidad virtual. Cabe destacar que los servicios financieros, de comercio electrónico y servicios profesionales fueron los menos afectados durante la crisis sanitaria.

Esta revolución digital provocó cambios importantes en las dinámicas y políticas laborales. Actualmente, la gran mayoría de países de Latinoamérica y el Caribe ya cuentan con leyes de teletrabajo y arreglos de horario flexible, dada su incidencia positiva en la productividad y bienestar de los trabajadores.

Entonces, ¿el secreto para aumentar la productividad es tener más tecnología?

Sin lugar a duda, la tecnología ofrece una gran oportunidad para aumentar la eficiencia y reducir tiempos y costos, además de propiciar la adquisición de nuevas habilidades y especializaciones que el ámbito empresarial va demandando. Sin embargo, no hay que olvidar que esta transformación trae consigo retos importantes, sobre todo para países en vías de desarrollo como Guatemala.

¿Cuáles son esos retos?

Los jóvenes deben adquirir los conocimientos y habilidades que los empleadores buscan. ManpowerGroup Guatemala realizó una encuesta en la que destaca que el 72 % de los empleadores tienen dificultad para encontrar el talento y la especialización que necesitan.

No hay que olvidar que, a pesar de que las ventajas del uso de la tecnología son muchas, se debe buscar un equilibrio de manera que no se desvalorice las relaciones interpersonales y las habilidades blandas que se desarrollan en las actividades presenciales. Además, el uso excesivo de la virtualidad puede provocar un efecto distorsionador en las dinámicas familiares y un excesivo agotamiento mental en los trabajadores.

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Por: Andrea Motta