La historia de Guatemala no puede comprenderse sin la incorporación constante del autoritarismo. Solórzano (1985) precisa que la sociedad guatemalteca, como rasgo distintivo de su desarrollo histórico, presenta una relación “entre dominantes y dominados, de carácter autoritario, que desde la instauración del régimen político liberal u oligárquico ha tratado de dar la apariencia de una sociedad democrática, fundamentada en la existencia de constituciones, juego de partidos políticos y elecciones”