Siglo 21 Sección: Un punto de vista Página:
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Disparidades hirientes
El crédito para actividades productivas –otro elemento fundamental– se reduce en forma sistemática: en 2005 se destinó al consumo el 45% y en 2014 el 52%. Por otra parte, a pesar del sesgo exportador que tiene nuestro modelo económico, la balanza comercial es negativa, con un déficit de $7,800 millones para 2015, que es compensado gracias a una de nuestras vergüenzas (la expulsión, por falta de oportunidades, de más de un millón de guatemaltecos residentes en Estados Unidos), que equilibran la cuenta corriente con sus remesas que llegaron a $5,900 millones en 2015.
Otras condiciones necesarias es la mejora en los pilares de la competitividad. Nuestras mayores desventajas se encuentran en la calidad de las instituciones –tanto públicas como privadas– y en la educación. Hasta en el tamaño del mercado estamos debajo de Costa Rica, a pesar de la gran diferencia en la cantidad de población. A lo anterior se agregan la inseguridad y la corrupción existente en casi todas las esferas estatales.
Todas estas condiciones dependen unas de las otras, por lo que se requiere de intervenciones integrales, orientadas a atacar el problema de fondo, que señalamos en el artículo anterior: la elevada desigualdad, que es también la causa principal de la pobreza. Y cabalmente, la semana pasada, en el VIII Foro Nacional de Responsabilidad Social Empresarial, organizado por centraRSE, el destacado economista argentino Bernardo Kliksberg dio una conferencia magistral en la que uno de los temas centrales fue la desigualdad, de la que dijo se encuentra detrás de otros cuatro problemas fundamentales que afectan a los pobres del mundo: el hambre, la falta de agua, la falta de instalaciones sanitarias y la discriminación de género.
Al referirse a la desigualdad –como gran conocedor de la Doctrina Social de la Iglesia, que siendo de religión judía, maneja con mayor profundidad y claridad que muchos católicos– mencionó una frase de Benedicto XVI en Caritas in veritate, la encíclica social del papa emérito, quien siguiendo a Paulo VI aludió a que se sigue produciendo “el escándalo de las disparidades hirientes”. Disparidades que, en el caso de Guatemala, uno de los 13 países más desiguales del mundo, no cesan de aumentar. Solamente un dato: entre 2000 y 2012 fue uno de los cuatro países de América Latina donde se redujo la clase media.