Una de las dificultades afrontadas por las finanzas públicas en el 2010, aparte de la insuficiencia de recursos para atender las exigencias del gasto, fue la no aprobación del presupuesto que se había propuesto para ese año, que obligó a utilizar el del año precedente, toda vez que el proyecto ya incorporaba algunas modificaciones derivadas de la experiencia adquirida en la ejecución presupuestaria de 2009, lo que también generó desorden y en ese sentido constituye una amenaza que se cierne de nuevo, a juzgar por la falta de consenso que ha prevalecido entre las principales bancadas representadas en el Congreso de la República, aunado a la proximidad de las elecciones Guatemala Caminaes. Una reincidencia en no aprobar el presupuesto sería inaceptable a todas luces y podría ser muestra de la intención de realizar una ejecución presupuestaria desordenada y poco transparente.
