Dos desaciertos no hacen un acierto (I)

Siglo21 Sección: Un punto de vista Página: 14

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Dos desaciertos no hacen un acierto (I)

Detrás del principal argumento de los promotores y defensores de los salarios mínimos diferenciados hay una lógica que, a primera vista parece irrefutable: es preferible ganar Q1,483 mensuales o ahora, con la nueva propuesta, Q1,954 que ganar Q700 o Q900 o no ganar un solo centavo. Como dice el dicho, más vale pájaro en mano que ciento volando. Pero inmediatamente devela su carácter falaz, simplista –como señalara el Procurador de los Derechos Humanos – y despiadado. Es cierto que en una situación de extrema necesidad, como la que vive uno de cada cuatro guatemaltecos, y a falta de opciones, el trabajador se ve obligado a aceptar lo que le ofrecen. Pero ese razonamiento, que literalmente puede llevar a la persona a venderse a cambio de algo o de casi nada, no puede servir de fundamento a una política pública. Para eso mejor volvamos a la ley del más fuerte e implantemos una especie de darwinismo social.

Igualmente es inadmisible lo expresado por Maldonado Aguirre en el “Discurso de Guastatoya” que pasará a la historia como su Waterloo político y retórico: “Si no te parece porque es indigno, pues da la vuelta y vete, que detrás de ti viene otro [con más necesidad] que dirá: Yo sí lo tomo”. Es eso cabalmente lo que hace imprescindible el principio tutelar que caracteriza y da sentido al Derecho del trabajo: el momento que inicia una relación de trabajo es el de más acuciante indefensión, parafraseando al ilustre laboralista uruguayo Hugo Barreto. “Cuando todavía no es un trabajador subordinado y se encuentra al albur del mercado”. Y así como lo plantea Maldonado, sometido al más inicuo chantaje.

En el estudio que elaboré el año pasado, titulado “Salarios mínimos diferenciados: ¿oportunidad o desacierto?”, que puede descargarse en el portal de ASIES, afirmé que la decisión del gobierno de Pérez Molina, era un absoluto desacierto. Una medida regresiva en materia de política social y derechos laborales, como pocas en la historia reciente de Guatemala. Ahora, a falta de mejores ideas para generar empleo, se repite el desacierto, esperando quizás que de la suma de los dos resulte un acierto.

Y a esto agreguemos el ridículo en que cayó el presidente en el “Discurso de Guastatoya”. Una de las cosas que no se puede permitir un verdadero político, y no digamos un gobernante con pretensiones de estadista, es hacer el ridículo. Así que al desacierto de los salarios mínimos diferenciados, repitiendo casi textualmente los enunciados utilizados en su momento por Pérez Molina y Baldetti, se une el haberse convertido en el hazmerreír de las redes sociales y de media Guatemala.

Dice el exministro Sergio de la Torre (El Periódico 7/1/16) que los salarios mínimos diferenciados no son una decisión antojadiza, que se prevén 10,000 nuevos puestos de trabajo, y que los opositores no deben vedar “a miles de guatemaltecos la oportunidad de salir de la pobreza inmediatamente”. Lo que tratamos de impedir, estimado Sergio, es que un pequeño grupo de empresarios incremente rápidamente su riqueza, lo que no tendría nada de malo, si no fuera a costa de pagar salarios de hambre.

Si los salarios diferenciados del gobierno Patriota se hubieran implementado en 2015 y creado esos 10,000 puestos de trabajo, con la diferencia de Q444 mensuales por cabeza que se habrían ahorrado respecto al salario fijado por Maldonado Aguirre, la utilidad extra habría llegado a Q5.3 millones el año pasado. Y aún con ese aumento apoyan fervorosamente la decisión de Maldonado, lo que significa que el margen de ganancia ha de ser exageradamente alto (continuaremos).