Siglo21 Sección: Un punto de vista Página: 14
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Los retos del nuevo gobierno
El primer gran reto, de carácter interno, para el presidente Jimmy Morales es integrar un gabinete de gobierno coherente, sólido y con espíritu de equipo. A este respecto las críticas recibidas sobre la tardanza en dar a conocer a los seleccionados me parecen fuera de lugar.
Si hacemos memoria, ninguno de los gobiernos anteriores, anunció su gabinete con tanta anticipación. Con mayor razón en el caso de un presidente electo de quien todo el mundo reconoce las particulares condiciones del partido que lo postuló: relativamente reciente, con escasa membresía y aún más escasos cuadros políticos y técnicos.
A esto se agrega un problema típico de nuestra política cimarrona. Si los nombres de los designados son develados con mucha antelación, se convierten en objeto de la intriga y la descalificación, tan comunes en los partidos que, aún los aparentemente más sólidos, se caracterizan por la falta de identidad y cohesión. Con gran facilidad se forman roscas que luchan encarnizadamente por las posiciones de poder, reales o supuestas.
Sin embargo, el error radica en el ofrecimiento incumplido. Lo que lleva a una sugerencia. Las decisiones y las promesas tienen que ser muy meditadas, sopesando cuidadosamente los pros y los contras. Sus primeros traspiés fueron por declaraciones precipitadas, desgastando su capital político.
En una entrevista con Gonzalo Marroquín, en Enfoque, recordé que Justo Rufino Barrios afirmaba que no tenía la costumbre de hacerse atrás en sus decisiones, pero que antes de tomarlas reflexionaba profundamente sobre ellas. Y cabe señalar que se trataba de un autócrata, que no tenía a quien rendir cuentas e, incluso así decía que no tenía la costumbre de echarse atrás, lo que significa que en ocasiones lo hacía. Era tirano pero no tonto. Por ello se puede señalar que firmeza de carácter no significa terquedad. Se relaciona más con la capacidad de tomar decisiones que son producto del juicio sereno y ponderado.
Respecto a su composición también deberá tener presente que un gabinete de notables, de grandes figuras, puede ser un error garrafal en la medida en que no haya denominadores comunes, coincidencias básicas sobre los grandes temas nacionales.
Designarlo solamente en función de las figuras, sin reparar en su visión sobre el papel que corresponde al Estado y al mercado y las grandes políticas (económica, social, tributaria), será como formar una orquesta con grandes solistas, todos ellos reconocidos virtuosos, pero cada quien con su partitura y sin conducción. Un desastre completo. Funcionará mejor una orquesta de músicos medianamente buenos, pero con la misma partitura.
Alguien ha dicho que la principal fortaleza de Morales es su calidad de comunicador. Pero eso no es todo y los guatemaltecos no elegimos un vocero presidencial.
Se eligió a un conductor del gobierno, una de cuyas funciones puede ser la de comunicar. Pero primero tiene que hacer. Y evitar el error de gobernantes como Pérez Molina, que hablaban todo el tiempo, de todo lo divino y lo humano.
La persona, decía alguien, es dueña de su silencio y esclava de sus palabras, por lo que nuevamente caemos en la necesidad de la reflexión y la prudencia.
Y finalmente, la relación con el Congreso. Debe establecerla de organismo a organismo, sobre una agenda legislativa que, con respaldo ciudadano, puede exigir a la futura directiva, y no cometer el error de negociar ley por ley y con las diferentes bancadas. Caerá en la trampa de Serrano, con funestas consecuencias. Muy feliz año 2016 para los estimados lectores de Siglo.21.